8 de diciembre de 2013

8/12/2013

Siento que la sangre no puede circular, no se si los latidos se hicieron mas lentos pero mas fuertes tanto asi que la sangre se agolpa en mis arterias dificultando su propia circulación, o si  se volvio tan espesa y pesada que apenas cruza por las venas; pero duele.

Tengo los dedos entumecidos, y mi brazo izquierdo duele:
Me duele el pecho, me duele el corazón.
Me duele el miedo a estar muriendo, me duele el dolor.
Me duele la soledad, me duele mi país, me duele el amor.
Me duele el tiempo, me duele el camino, me duele calor.
Me duele la vida, me duele el alma, me duele todo...

¿Hace cuanto que no me sentía tan dolorosamente sola en el mundo?
¿Hace cuanto que no sentía que al mundo le importaba todo una mierda?
¿Hace cuanto que no sentía que no había nadie mas escuchando lo que decía?
¿Hace cuánto no veía a la gente matándose por comida?
¿Hace cuánto no sentía que nadie me entendía?

Ni siquiera lo intentan, están ahí viéndome sangrar, delante de sus ojos sin que le importe. Sangrando lento y dolorosamente, llorando más por dentro que por fuera. Velando un nuevo pedacito de alma que muere.

Oscuridad, soledad, dolor: golpean mi puerta con aquel código que teníamos, de esos códigos que se supone que tenes con tus amigos. Únicos amigos, los que siempre acuden en estas circunstancias, los únicos.

Estoy muriendo de nuevo más de lo que estoy viviendo.
Lenta, dolorosa y solitariamente.

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